Fuente: Territorio Digital
Setiembre 18, 2008 • Imprimir esta noticia
Gustavo Braier es un consultor forestal y asesor de la FAO. Contrastó los progresos de los países vecinos y afirmó que la causa del retraso nacional tiene varias explicaciones
El especialista sostuvo que el pueblo de Entre Ríos estuvo muy mal asesorado en el tema celulosas
¿Por qué piensa que Argentina queda tan atrasada en el tema forestal?
La Argentina, al igual que sus países vecinos, ha comprendido desde hace décadas que el desarrollo forestoindustrial basado en plantaciones de especies exóticas de rápido crecimiento le abría un enorme potencial en varias de sus economías regionales, con el agregado de que el resultado mediato serían industrias con un potencial competitivo enorme que asegura el acceso con ventaja a mercados internacionales. Brasil y Chile se han convertido ya en potencias forestales de nivel mundial, mientras que Argentina todavía sigue en el nivel productivo de décadas atrás sin haber pegado un salto cualitativo. Ahora, Uruguay, luego de una política consecuente y estable para el sector forestal logró que varias empresas proyectasen desarrollar allí industrias y no sólo celulósicas, sino también de madera sólida; tanto de pino como de eucalipto.
¿Es posible superar esta instancia de atraso teniendo en cuenta que los pagos por la ley 25.080 no se realizan?
Sin lugar a dudas la mala aplicación de la Ley 25.080, perdiendo de vista su objetivo de política económica para ceñirse a estrictos aspectos legales, atenta contra estas posibilidades, pero no es lo único. En el nivel de atracción de inversiones internacionales, que son necesarias, la reacción del Gobierno nacional, corriendo detrás de las urgencias de Gualeguaychú, es demoledora.
La directora de Forestación Ester Malacari sólo recibió quejas por su accionar .
¿Por qué nadie ha podido eyectarla del cargo?
Infelizmente el sector ha caído en el área de las disputas políticas que ya comenzaron con la disolución del Ifona y el irracional quiebre del sector forestal en ministerios separados. Tuvimos la mala suerte que un sector de poder tomaba una parte del sector forestal y otro la restante. Pero como la mala suerte nunca se toma respiro, incluso dentro del área de bosques cultivados se han comenzado a disputar espacios de poder. Igualmente, creo que es un error del sector centrar todas las expectativas de desarrollo sectorial en la aplicación de la 25.080. Más aún si eso se convierte en un factor inmovilizante de otras energías para alcanzar diversos objetivos.
Usted analiza que Entre Ríos atacó a Uruguay sin consultar a Corrientes pero queda la sensación de que los inversores tienen intenciones de venir para estas regiones, ¿puede ser?
Es imprescindible que nuestro país reciba más inversiones externas. Hoy por hoy, no hay un grupo inversor en la Argentina con capacidad o disposición de hacer una nueva planta de papel o de pulpa. La última fue terminada en 1982, 24 años atrás. Sí hubo inversiones en plantas de tableros, justamente en Entre Ríos y otras provincias, pero la verdadera locomotora de las cuencas forestoindustriales son las fábricas de celulosa y papel. En torno a ellas, se genera el cluster forestoindustrial que es el que da el verdadero valor agregado a la madera. Creo que los inversores llegarán tarde o temprano porque ya hemos generado, por ejemplo en Corrientes, enormes fuentes de madera sin que exista aún un correlato industrial equivalente.
¿Cómo evalúa los cierres de puentes internacionales y rutas, tal como lo encararon los entrerrianos?
Por un lado, creo que el pueblo de Gualeguaychú tomó de por sí una decisión nacional y eso no es de su competencia. Ellos podían plantear con todo derecho que no querían tener una planta de celulosa cerca, pero difícilmente puedan decidir qué es lo que quieren al respecto el resto de los argentinos y mucho menos los uruguayos. La Asamblea le está generando un daño muy grande a Corrientes porque esta provincia va a precisar inversiones en plantas de celulosa para salir de su estado actual y alcanzar un desarrollo económico mayor. El “No a las papeleras” (fábricas de celulosa) es una desmesura y es la base de lo bizantino de su lucha. Creo que fueron malinformados y engañados. La mayoría de lectores de El Territorio se mueve continuamente en el ámbito de la forestoindustria y no creo que puedan creer que en 40 kilómetros a la redonda de una planta de celulosa se haya desvastado la naturaleza. Mucho menos puede alguien imaginarse a Misiones sin la forestoindustria. Fíjese que hasta Greenpeace parece una organización mesurada frente a tanta desinformación.
De primeros a últimos, sin escalas
En una exposición, Gustavo Braier sostuvo:
“La Argentina, de los cuatro países del cono sur, incluyendo a Brasil, Chile y Uruguay, va a pasar a ser el que menos está respondiendo a su potencial forestoindustrial. Es llamativo que Uruguay esté venciendo una enorme barrera natural de desarrollo industrial que es que estas plantas industriales cuestionadas no tienen antecedentes en su economía actual. Los escollos por vencer no van a ser pocos. Sin embargo, los empresarios de España, Suecia y Finlandia, decidieron enfrentar este desafío. Chile por su lado, tiene fuertes limitaciones de superficie y por eso ha decidido volcar parte de su producción en Argentina y Brasil”.
“Brasil, es el país más aventajado de la región y tiene un desarrollo difícil de equiparar. Pero no debe olvidarse que en la década del 70, apenas 30 años atrás, su producción era menor que la de Argentina. Lamentablemente, Argentina adolece de algunas características esenciales que permitan la explosión de su potencial. Veamos, entonces, cómo se pueden abrir posibilidades a su desarrollo”.
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